Curiosidades sobre mí

Quiero contarte una historia. Mi historia.

Y es muy especial para mí.
Te diré que no siempre estuve preparada para verla, porque atravesamos distintas etapas en nuestras vidas.
Sin embargo, cuando algo es muy tuyo, con lo que te identificas —como el color de tus ojos—, se repite a lo largo del tiempo.

Desde que era niña…

Fui muy sensible al sufrimiento humano.
En el colegio, cuando veía a un compañero rechazado, solo en el patio, o que nunca era elegido para jugar, algo en mí me empujaba a acercarme.
Recuerdo cómo mis amigas me decían que siempre estaba rodeada de personas peculiares.

Pasaba horas escuchando a las personas que me rodeaban.
Dicen que transmito calma.
Y yo… soy curiosa. Me encanta escuchar historias.

Y pensé: quizás podría ser psicóloga.

Aunque en aquel momento no era una profesión con muchos fans.
Escuché muchas veces que “la psicología era para locos” o que “me iba a morir de hambre”.
Pero siempre he tenido las ideas claras.
Y elegí una profesión basada en la ayuda. Porque la vocación no basta sin herramientas, ni conocimiento, ni formación.

Soy psicóloga.

Aun así, tuve mis dudas.

Al acabar la carrera, por miedo a no tener salida laboral, intenté especializarme en Recursos Humanos.
Aprendí mucho. Me divertí.
Pero había una vocecita dentro que me decía: “Aquí no es”.

¿Lo has sentido alguna vez?
Esa vocecita suele tener razón.

Entonces lo supe.

Seguí mi camino y realicé un máster en Psicología Clínica y de la Salud.
Durante las prácticas, me enamoré de la Asociación Española Contra el Cáncer.
Allí encontré algo esencial: la naturaleza humana cuando nos sentimos vulnerables.
Cómo nos enfrentamos al miedo, a la enfermedad, a la muerte.
Y también, cómo crecemos.
Cómo aparece la resiliencia.
Cómo afrontamos lo que antes parecía imposible.

Y me especialicé en psicooncología.

Además, viví experiencias personales acompañando a personas con cáncer y sus familias.
Ahí sí sentí que estaba en el lugar correcto.

Y no paré.

Con los años, he seguido formándome sin parar:

Cada herramienta me da más seguridad para acompañar desde el cuerpo, la historia, el contexto

El trabajo con pacientes oncológicos me ha enseñado mucho.

Porque siempre hay una historia detrás.
Y porque en los peores momentos, cuando más frágiles nos sentimos, también aparecen los fantasmas del pasado.

Acompañar ahí… es un regalo. Y una responsabilidad.

Hoy aplico todo lo aprendido en muchas otras personas.

Personas que sufren.
Personas que arrastran traumas, pérdidas, ansiedad, duelos invisibles…

Porque todas las historias merecen ser escuchadas y acompañadas con respeto, curiosidad y presencia.

Creo en esto profundamente:

Además, viví experiencias personales acompañando a personas con cáncer y sus familias.
Ahí sí sentí que estaba en el lugar correcto.

Cuando ya no podemos cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos

WhatsApp

Hola 👋
¿Te acompaño?